Se acaban las vacaciones (por fin...)

No lo voy a negar: las vacaciones sólo me gustan los tres primeros días... después de eso todo es cuesta arriba. Por eso, ahora que estas ma...

No lo voy a negar: las vacaciones sólo me gustan los tres primeros días... después de eso todo es cuesta arriba. Por eso, ahora que estas malditas vacaciones ya se acaban no puedo dejar de sentir menos que una felicidad infinita, casi cercana al orgasmo...

El comienzo de este prodigio ya está aquí, a mi lado. Helena ya está empezando a reunir sus triques, trastos y trapos, desenterrando los útiles que aún son útiles y haciendo a un lado toda la basura generada durante estas agonizantes vacaciones. Mis otros retoños seguían a su hermana mayor, tirando tras ella lo que iba guardando, y mi esposa se limitaba a ver a las gemelas reunir a sus muñecas para anunciarles que a partir de unos días se quedarían huérfanas (y si las muñecas tuvieran vida, seguro que estarían muy agradecidas).

Mientras esto sucedía, yo sólo atiné a ver la escena y a sentir una inopinada compasión, además de una extraña ternura. Ganas no me faltaron de proponerles que nos diésemos a la fuga, que botaran los libros y las mochilas directo al carajo y que nos embarcásemos en una aventura al mar. O mejor aún: que nos fuésemos a vivir a la sierra madre occidental, a una cabaña enmedio del bosque para dedicar nuestras vidas a la conmtemplación y disfrute de la vida simple... No dije nada de esto, pero las ganas no me faltaron.

Y, pensándolo bien, eso de andarse levantando tan brutalmente temprano no puede ser menos que un espanto espantoso, una monstruosa monstruosidad: despertar sin ganas; recorrer unas distancias absurdas; aprender un montón de inutilidades; interactuar con seres extraños y anodinos; exponerse a las influencias más absurdas e insensatas... y todo eso en nombre de un "mejor futuro", y de "una mejor patria" y no sé cuántas babosadas más...

Y luego de todo esto, la realidad se encargará de poner a cada quien en su cada cual, y sus aspiraciones en la bolsita de la realidad... dígase se otro modo: para que al final los que no estudian se dediquen a vender tacos y a hacerse millonarios, mientras que los que se quemaron las pestañas en el estudio sufran todos los días para procurarse el sustento. Esos eran los pensamientos que me embargaban mientras veía a mis hijos ir y venir por la casa preocupados por encontrar lápices de colores y restos de cuadernos.

Y no pude evitar acordarme de mí mismo, cuando la agonía de las vacaciones era mi propia agonía... uh... que tiempos aquellos, en los que sentirse como almeja en limón era una delicia...

Por lo menos, mientras escribo esto, y la banda gangrena duerme su resignado sueño, sólo me queda esperar que los frutitos de nuestros vientres tengan más oportunidades que las que nosotros tuvimos para salir adelante en este mundo... y también espero que no vayan a dedicarse algún día a tratar de ser candidatos por el PAN a algún cargo de elección popular... o peor aún, a meterse a algún TUCOM a mendigar un poco de atención y algún huesito en el gobierno.

Diosito (que no existe) debe estar escuchando mis ruegos...